Bodegón, 1947. Óleo / lienzo (67 x 90 cm) |
LA OBRA DE ALBERTO DUCE. NATURALEZA VIVA
Alberto Duce fue un artista eminentemente figurativo; si bien, realizó algunas obras no figurativas, a modo de divertimento. Su producción comprende temas religiosos, paisajes, bodegones, retratos y principalmente composiciones en las que el argumento gira sobre la figura humana. Estas composiciones van desde aquellas cuyos personajes son figuras regionales y populares a otras protagonizadas por desnudos y semidesnudos o bien por figuras femeninas vestidas con túnicas clásicas; característica que mantuvo tanto en dibujo, como en grabado y pintura.
Con todo, fue el desnudo femenino el tema preferido por Duce, entendiéndolo como máxima expresión de belleza: Me interesan las formas, especialmente las humanas, para expresar el concepto que uno tiene de la belleza, para plasmar la visión del mundo, de la vida. (Heraldo de Aragón, Zaragoza, 28-08-1977). Según la tesis sostenida por historiadores del arte como Kenneth Clark (El desnudo, 1956) o Linda Nead (El desnudo femenino, 1998) el cuerpo femenino no es sólo un tema más en el arte y la estética occidentales, sino que es una forma de arte que debería ser reconocida como un motivo particularmente significativo en la historia de nuestra cultura visual. Y, efectivamente, si hacemos un somero repaso por la historia, vemos que los clásicos lo utilizaron casi con exclusividad, que la imaginería medieval no logró hacerlo desaparecer –basta con echar un vistazo a muchas de nuestras iglesias románicas- y que a partir del Renacimiento su reproducción no tuvo rival. Hay que llegar a la época actual, y, es después del triunfo de la pintura abstracta, cuando el desnudo -al igual que ocurre con el resto de la naturaleza viva o inerte- empieza a ser un tema menos motivador para los artistas.
Pero, si bien es verdad que durante la segunda mitad del siglo XX las producciones artísticas no figurativas parecen ganar paso en volumen de exposiciones y ventas respecto a las figurativas, también es cierto que los nuevos realismos siguieron inspirándose en el cuerpo humano como motivo de sus obras. Tampoco se puede olvidar la extensión masiva de la publicidad y la utilización del cuerpo, sobretodo de la mujer, como reclamo visual.
Por otra parte, y simultáneamente al triunfo de la pintura no figurativa, se da la paradoja de que el gtemah o gmotivoh, como se quiera decir, del desnudo pasa a ser punto de atracción para los estudiosos del arte como probablemente nunca antes lo había sido. Ciertamente, en la primavera de 1953 el historiador inglés sir Kenneth Clark, pronunció seis conferencias sobre el desnudo artístico en los Cursos A. W. Mellon de Bellas Artes, en la National Gallery of Art de Washigton alcanzando tal éxito que se vio obligado a ampliar sus investigaciones y publicarlas bajo el título The Nude: A Study of Ideal Art (Londres, 1956). Su primera edición española en Alianza, El desnudo, fue ¡casi treinta años después (1981)! En esta obra nos dice que con anterioridad a él sólo existían dos estudios generales de algún valor sobre el tema: Die menschliche Gestalt in der Geschichte der Kunst (1903) de Julius Lange y Der nackte Mensch (1913) de Wilhelm Hausenstein. En este tiempo transcurrido desde que viera por primera vez la luz la obra de Clark a ahora se han editado numerosas publicaciones relacionadas con el desnudo femenino y masculino y se han celebrado también numerosas exposiciones sobre el mismo tema.
Volviendo a la producción de Duce, hay que decir que sus figuras están basadas en la observación del natural; cada obra, ya sea un bodegón o una composición con figuras diversas, es una recreación de la naturaleza, reproduciendo las formas y recreando las calidades materiales. Para ello cuenta con su dominio de la línea, del dibujo: El dibujo es el sostén, la arquitectura del color. Aunque el dibujo no se manifieste de una manera obvia, el dibujo está siempre presente, aún en las masas de color. El dibujo, por otra parte, es algo que no se improvisa. Es precisa la disciplina de muchos años. En cambio, el color es una cosa más intuitiva, de sensibilidad, y se manifiesta de una manera imponderable. (Heraldo de Aragón, Zaragoza, 23-05-1971). De ahí sus estudiadas composiciones pictóricas o gráficas, de gran perfección técnica, de exquisitos escorzos, atrevidos y sinuosos, que sólo un maestro pudo trazar. Los estudios femeninos, fieles a los originales, a veces presentan incluso el vello púbico -parte del cuerpo generalmente obviada por la mayoría de los artistas no hiperrealistas- que llega a evolucionar en la forma de ser interpretado, pasando de las abstracciones de los años cuarenta a los naturalismos de los años sesenta y posteriores.
Las figuras, trazadas mediante una incisión en la pasta o en la plancha de metal, o bien con una fina línea sobre el papel, son de perfil escueto, exentas de apoyaturas, y forman composiciones en ambientes íntimos, en los que se crea una atmósfera de complicidad, compartida por dos o tres personas, por lo general mujeres, y donde las arquitecturas o los objetos, un damero, unos dados o un caballete, no son más que una excusa para disponer los cuerpos y crear el espacio. En muchas ocasiones, bodegones y paisajes de árboles ligeros, que dan cobijo a las figuras y enmarcan las escenas, suelen estar incorporados en el lienzo o en la plancha metálica, junto a los cuerpos, complementado la composición. Ésta está dispuesta siguiendo una arquitectura matemática del espacio, donde los volúmenes se distribuyen geométricamente formando imágenes en las que la luz y la materia pictórica (o en el caso del grabado, las aguatintas y las mordidas del ácido en las planchas) sugieren calidades y determinan figuras. En cualquier caso, las imágenes ofrecen lirismo y una sensualidad que se escapa a pesar de la línea que pretende amarrarlas. A veces, el cuerpo allí trazado alcanza formulaciones de insinuación erótica.
Alberto Duce se mantuvo fiel a sí mismo y, si bien pudo haberse adscrito a los sucesivos g–ismosh que vio nacer y triunfar a lo largo de su vida, no dejó de cultivar los principios artísticos aprendidos en su juventud, ni de producir obras según su particular visión de lo que debería ser el mundo; que, a excepción de las obras de denuncia de la guerra de Vietnam, siempre tienen un carácter amable. Algunos de sus pensamientos nos ilustran sobre lo que pensaba acerca del artista y de su actividad: Hay excesiva prisa. Esto, para el arte, no es bueno. Enseguida hay necesidad de exponer, de cotizarse, de ver su nombre en letras impresas. (c) El artista debe, en todo momento, volver hacia sí mismo, olvidar en lo posible, vencer los condicionantes de su momento. Encerrarse después de haber observado y ofrecer a la sociedad su trabajo, pero desde él mismo, desde sus experiencias, no desde la sociedad, desde las modas, o las economías. (Heraldo de Aragón, Zaragoza, 28-12-1975)
La formación de Duce fue académica y asimiló, además del conocimiento de las técnicas gráficas y pictóricas, el ideal clásico de belleza. En sus obras podemos apreciar la afirmación aristotélica g... las formas supremas de la belleza son el orden, la proporción y la delimitación, que las ciencias matemáticas manifiestan en grado sumo. Y puesto que éstas (me refiero, por ejemplo al orden y la delimitación) son, a todas luces causas de muchas cosas, es evidente que hablan en cierto modo de esta causa, la causa de la Belleza.h Aristóteles: Metafísica, Libro XIII, Ed. Gredos, 1994, pg.514.
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Pintor y modelos, 1987. Técnica mixta / lienzo (115 x 146 cm) |
Aragonesa, 1943. Óleo / lienzo (62x 48 cm) |
La Santa Faz, 1945. Óleo / lienzo (80 x 100 cm) |
Academia, 1945. Óleo / lienzo (100 x 80 cm) |
Baile, 1948-49. Litografía (23 x 31 cm) |
Concierto, 1966. Técnica mixta/lienzo (150x200 cm) |
Composición, 1982. Óleo / tabla (17 x 23 cm) |
Víctimas inocentes, 1969. Técnica mixta / lienzo (146 x 195 cm) |
Concierto, 2000. Óleo/lienzo (97 x 162 cm) |
Square dancing, ca. 1952. Lápiz y acuarela / papel (44 x 64 cm) |